Huella social del cambio climático: concepto y fundamentos teóricos

 La “huella social del cambio climático” es un indicador que mide el impacto de las alteraciones del clima en el bienestar humano, más allá de las emisiones de gases de efecto invernadero. Engloba efectos en salud, seguridad alimentaria, vivienda, desplazamientos y desigualdad, reconociendo que los fenómenos climáticos tienen costes sociales concretos y desiguales según el grado de vulnerabilidad de cada población.

Este concepto hunde sus raíces teóricas en el Informe Brundtland (1987), que por primera vez introdujo el desarrollo sostenible como aquel que satisface las necesidades presentes sin comprometer las de las generaciones futuras. Brundtland puso el énfasis en la equidad social como pilar inseparable de la conservación ambiental y el crecimiento económico, sentando las bases para evaluar no solo la huella ecológica sino también la huella social generada por las actividades humanas sobre el clima.

Neil Adger (2006) aportó el marco de la vulnerabilidad social al cambio climático, definiéndola como el grado en que los grupos humanos carecen de los recursos y capacidades para hacer frente a riesgos ambientales. Esta visión interdisciplinar evidenció que la huella social se cimenta en tres elementos: exposición a peligros climáticos, sensibilidad socioeconómica y capacidad de adaptación. Adger subrayó que los límites de adaptación son en gran parte sociales y éticos, lo que refuerza la idea de medir y gestionar la huella social como parte de la acción climática.

En la práctica, la huella social del cambio climático se articula en dimensiones que afectan directamente a la calidad de vida: salud (incremento de olas de calor y calimas), vivienda (daños en infraestructuras residenciales), seguridad alimentaria (disminución de rendimientos agrícolas) y cohesión comunitaria (desplazamientos y pérdida de redes de apoyo). El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) recomienda integrar estos indicadores en planes de adaptación y justicia climática para garantizar la inclusión de colectivos vulnerables en la toma de decisiones.

Canarias es especialmente sensible a esta huella social por su condición de región ultraperiférica y su exposición a fenómenos extremos. Según AEMET, en la última década las olas de calor han aumentado un 30 % y los episodios de calima se han vuelto más intensos, exacerbando problemas respiratorios en menores y mayores. Además, la elevación del nivel del mar — casi 8 cm en treinta años — amenaza viviendas costeras y obliga a repensar el urbanismo insular con criterios de resiliencia social y territorial.

Medir la huella social en Canarias exige combinar fuentes de datos como registros hospitalarios, encuestas de pobreza energética, estudios de desplazamiento interno y estadísticas del Instituto Canario de Estadística (ISTAC). Solo con una contabilidad integral, que incluya indicadores cualitativos y cuantitativos, será posible diseñar políticas públicas que reduzcan desigualdades y fortalezcan la adaptación comunitaria.

“La huella social del cambio climático debe orientar políticas que no dejen a nadie atrás y garanticen protección, equidad y resiliencia en todos los rincones de Canarias.”

Fuentes

  • IPCC. AR6 Synthesis Report: Glossary. 2021.

  • Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo. Nuestro futuro común (Informe Brundtland). Naciones Unidas, 1987.

  • Adger, W. N. Vulnerability. Global Environmental Change, vol. 16, 2006, pp. 268–281.

  • Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. Estrategia de Adaptación al Cambio Climático en España. 2023.

  • Agencia Estatal de Meteorología (AEMET). Resumen climatológico de Canarias 2010–2020. 2023.

  • Instituto Canario de Estadística (ISTAC). Estadísticas de vulnerabilidad social en Canarias. 2024.

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